Una noche más, y por segunda vez en el mismo año, la Esperanza volvió a llenar Sevilla. Un gentío de gente ocupaba las zonas aledañas a las murallas norte de la ciudad, esperando a que Ella, volviese a pasearse por la ciudad.
Esta vez iba sin palio, más sencilla que de costumbre, pero igual de hermosa que siempre. Esta vez se le pudo ver esa cara de niña sin la sombra de las bambalinas, se pudo ver como la gente se volvía a emocionar con Ella, y es que Ella, es la Madre y Señora de Sevilla.

Tuve la suerte de ser testigo de todo aquello, de la fría noche que pasé en la puerta de la Basílica esperándola, y que en cuanto ella apareció, todo frío desapareció para convertirse en una magífica noche de esas de principios de primavera, cuando el azahar estalla y llena de color las calles; de verla pasar por lugares inusuales, Avenida de Torneo, Parque del Alamillo, Glorieta olímpica, San Lázaro, Puente del Alamillo...pero todo aquello, sin duda, es como si la viera pasar por Parras, Alameda, Cuna a los sones de Aniversario Macareno, Macarena, Coronación de la Macarena, Spes Nostra... que hacía que las grandes avenidas por las que pasaba se estrecharan con la marea de personas que la acompañaban, para que volvieran a decirle al mundo que la Esperanza Macarena es la Madre de Dios y de los sevillanos.
Con estas líneas he intentado trasmitir todo lo que ocurrió un 18 de Septiembre de 2010, día de la Beatificación de Madre María de la Purísima, y de la Salida, no extraordinaria, sino inigualable de la Esperanza Macarena Coronada.
Antonio Medina, La Esquina Cofrade
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